Por Fernando González Vásquez

Oscar Acosta Castro nació en San Ramón el 15 de abril de 1921; hijo de Francisco Maurilio Acosta Luna e Isabel Castro Ruiz y nieto de Rafael Acosta Chávez –teniente, herido durante la batalla de Rivas el 11 de abril de 1856- y Gordiana Luna. Fueron sus hermanos: Ramón Felipe, Ana María, José Rafael, Luz Argentina, María Lidia, María Eugenia, Manuel Ricardo y Rosario (“Chayo”) Acosta Castro.
Si bien la mayoría lo conoció como una persona ciega, no nació con dicha limitación física. De niño, pudo asistir a la escuela pero fue perdiendo la vista gradualmente hasta quedar invidente; a pesar de ello era un hombre muy ordenado a quien le apasionó el escultismo, del cual fue un gran promotor en San Ramón. Sus otras pasiones fueron la radio, el aeromodelismo y su faceta más conocida: la música.
TAPITAS SONORAS
Además de saber tocar la guitarra y cantar en eventos escolares y veladas cuyo fin eran causas nobles, Oscar Acosta fue famoso por la música y variedad de sonidos –imitación de diversos instrumentos musicales y cantos de aves- que lograba extraer a dos tapitas de latón al soplarlas de manera especial contra los labios. Fue una invención suya el hacer de diminutos recipientes (las dos distintas medidas para preparar biberones que venían dentro de las latas de leche en polvo marca Klim) un verdadero instrumento musical.
EL “ABUELITO MIGUEL”
Radio Cima, fundada por Carlos Córdoba Núñez dio inicio a sus transmisiones en San Ramón el 15 de agosto de 1958, labor que se extendió por seis años. En esta emisora participó activamente Oscar Acosta, con un personaje creado por él, entrañable para los niños de la época: el “abuelito Miguel”, con música infantil, animación, cuentos y fábulas. También brindaba la posibilidad a los niños visitantes del programa para expresarse artísticamente ante los micrófonos a través de canciones, recitaciones, adivinanzas, etc.
Sus inquietudes y estrechos vínculos con el quehacer de la radio, llevaron a Oscar Acosta Castro, en asocio con Tobías Retana Chacón, a crear otra radioemisora en San Ramón: Radio Sideral. Ésta fue inaugurada el 15 de diciembre de 1963 y continúa activa hasta el día de hoy. De manera que don Oscar Acosta también fue un pionero de la radio ramonense.
Este polifacético hombre, notable y original músico, falleció un domingo de octubre del año 1971. Agradecemos a su sobrino Arnaldo Acosta y a Alban Cambronero, por facilitarnos información para elaborar esta reseña.
Hernán Elizondo Arce, reconocido escritor costarricense, publicó en 1956 el siguiente emotivo poema, dedicado al artista ramonense.
OSCAR ACOSTA
Lírico jilguero que salió del monte,
desplegó las alas frente al horizonte
y en mañana ignota bañada de luz,
se fue por los destellos del sol mañanero
sin sentir los leños de su dura cruz.
Cuerpo en sombras y alma bañada de luna,
en la tarde clara y en la noche bruma,
fuiste con sus ansias y tu decepción,
llevando en el alma la pena dormida,
la trémula angustia que quedó perdida,
allá entre los pliegues de tu corazón.
Músico escapado de la sombra arcana
que allá entre los aires de ignota mañana
buscaste el consuelo de tu alma cantar,
dime si en tus notas tibias y sonoras
no hay las remembranzas de pasadas horas
que a ratos quisieras poder olvidar.
Criollo cancionero de la tierra mía
que vas mensajero de dulce armonía
el cuerpo en las sombras y el alma en la luz
cómo desearía partir a tu lado
porque me dijeras el secreto alado
de subir las cuestas sin sentir la cruz.
Vete por las rutas cantor de mi tierra,
sin mirar las flores del valle a la sierra,
sin ver las noches los astros temblar,
sigue sabio artista, tu dulce camino,
quizá el Dios mismo te quiere alumbrar.
Vete criollo artista de la tierra mía,
mensajero eterno de la melodía,
que guarden los campos de brisa y de luz,
que yo que te miro vencer el destino
exclamo en un alto del triste camino:
quién cual tú pudiera partir con tu cruz!
Oscar Acosta C., es el más original de nuestros músicos, pues sin usar instrumentos musicales emite las melodías propias de muchos de ellos. No ve con sus propios ojos, pero en cambio se asoma con los del alma al mundo de la música, habiendo logrado aprisionarla en forma muy especial.
Texto publicado en: Costa Rica y su Folklore de Evangelina de Núñez (Imprenta Nacional, 1956).