Por Paul Brenes Cambronero
Don Deseado era un gamonal en el más estricto sentido de la palabra, político natural, entregado a su pueblo y a su patria; no llegó a la política, más bien podemos decir con toda seguridad que él era la política, porque la ejercía con señorío, siempre sirviendo, siempre dando, siempre haciendo y nunca recibiendo, tomando o pidiendo. La puerta de su casa siempre abierta para todos, el que lo necesitaba simplemente entraba y era atendido, comía del pan de la casa y recibía la atención y el cariño de toda la familia.
En su farmacia El Águila de Oro, siempre estaba la atención para la persona enferma y siempre la medicina, no importa si se tenía el dinero, pues allí la moneda era el humanismo, el amor por el prójimo y la disposición a dar.
Era un ser humano excepcional, con defectos que se opacaban ante su grandeza.
En todos los campos de Costa Rica se le recuerda con veneración; los viejos campesinos siempre preguntan por él y manifiestan su deseo de darle un abrazo. Hablar en las zonas rurales de Deseado Barboza es hablar de la vida dura, de los pesares y de los sueños del campesino, de esa persona, miles de personas que hoy tienen sus parcelitas, con las que dieron de comer a sus familias y desde las que fueron parte de la construcción de una Costa Rica más justa, en donde se cumplió con el lema de “la tierra para el que la siembra”. Don Deseado fue el primer presidente ejecutivo del ITCO, luego IDA y finalmente INDER y desde allí hizo justicia, cumplió sueños y engrandeció a su patria. La primera colonia campesina de Costa Rica, obra de don Deseado, la Colonia Trinidad en San Isidro de Peñas Blancas es por su gran mérito el pedestal en el que se posará el monumento que los campesinos costarricenses le levantarán desde hoy en sus corazones.
El yigüirro, nuestra Ave Nacional, está de luto con la muerte del diputado que hizo que el proyecto que así lo nombra, se aprobara en la Asamblea Legislativa en setiembre de 1976.
Dos períodos como diputado dejaron a su paso, en la memoria de todos los que le conocimos una estela de gloria, normal en un hombre de su alcurnia: político honesto, patriota curtido en mil batallas y ramonense consecuente con el mandato de sus abuelos.
Su paso por la Municipalidad de San Ramón a todos nos marcó, pues era el munícipe que hacía suyas nuestros problemas, nuestras inquietudes y al que siempre podíamos acceder.
Morir después de la vida que llevó don Deseado significa paso directo a la gloria, a la historia que la enmarca y a la leyenda que sus hazañas, todas de persona real. De eso nos encargaremos los que seremos guardianes de su legado y de su memoria.
San Ramón, Costa Rica están de luto; la humanidad se puso una flor en el ojal creando a este ser superior que hoy, para gloria de San Ramón, se instala firmemente en el cielo, como una de las estrellas más brillantes y que nos señalan el norte a quienes sentimos amor por la patria y con infinita emoción le decimos hoy, gracias don Deseado, que descanse en la paz que con tanto tesón ayudó a construir. Hoy es suya.
Un abrazo grande a Róger, mi amigo y compañero de luchas, a Gilda, mi compañera de escuela, a David, a Jorge, a las Gemelas Xinia y Sonia, a Mario y a Luis Alonso, hijos que heredaron ese temple y ese humanismo que de aquí en adelante nos recordarán a su padre, a todos su nietos y demás deudos.
Todos quedamos en deuda con él. Que el canto de mil yigüirros le acompañe en este viaje…