La piedra de San Isidro


Crédito Trino Barrantes.

Desde cualquier sitio de San Ramón, podemos divisar el pueblo de San Isidro, la cumbre donde está la famosa piedra de San Isidro.
Lugar muy alto que se eleva alrededor de potreros y cafetales, visitado por grupos escolares y familias que la visita a diario por las leyendas y cuentos que se narran sobre él.


Cuentan que en cierta ocasión una familia del centro de San Ramón decidió ir a visitar en Semana Santa unas amistades que viven ahí en San Isidro. En la madrugada del viernes santo Toña que era la visita se levantó bien temprano y apuró a don Fernando y María para que empacaran los tamales mudos, la miel de chiverre, los huevos duros, los frijoles molidos y las sardinas que habían llevado para compartir.
Toña los apuraba para poder llegar antes de las 12 m.d. a la famosa piedra. Como a las 10:30 a.m. salieron hacia su destino, iban todos felices, sorteando murisecos y abrojos, pasando las cercas de alambre de púas con cuidado de no dejar pegados sus pelos o sus ropas.


Cuando llegaron arriba, porque es una cuesta bien empinada la que hay que subir para llegar a la piedra, iban medios muertos, cansados y hambrientos. Los güilas se pusieron a jugar, correteaban por todo lado, se metían en la cueva que tiene la piedra y gritaban para escuchar el eco; así son los niños, nunca se cansan.


Disfrutaron la viandas que llevaban y los mayores se recostaron en el zacate, después de disfrutar el hermoso panorama y tomar algunas fotos, en blanco y negro con su vieja cámara kodak.
Como a las tres de la tarde, uno de los chiquillos gritó: ¡vean, vean, ahí arriba en la piedra hay un gallito de oro cantando!. Todos miraron, y de veras, un hermoso gallito de oro resplandecía como una estrella en la punta de la piedra, lanzando su quiqui-ri-qui sonoro al aire.


¡¡¡ Qué belleza!!!, es de puro oro, dijo Genaro. Atrapémoslo, fue el coro siguiente. Subieron a Agustín el flaquillo para que se los alcanzara. El niño lo agarró y como alma inocente que era se sintió lleno de amor y ternura por aquel gallito…Trató de dárselo a su papá, pero como por arte de magia, el gallito se esfumó igual que como había aparecido.


Dicen que es el alma de un bravo guerrero que fue sacrificado en esa piedra hace muchos siglos atrás, y de coincidencia, ese día era un Viernes Santo. Por eso si quieres ver el gallito y llenarte de energía positiva, debes ir a la Piedra de San Isidro en ese día, pero eso sí que sean las tres de la tarde…

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