José María SanJuán Piñol (1927-1993)

Por Fernando González Vásquez

José María Sanjuán junto a su esposa Luz Marina y sus
hijas Teresa y Juanita

Huella imborrable en la memoria colectiva de los ramonenses dejó a su paso el doctor Sanjuán –como todos le llamaban- por este cantón alajuelense, que fue su segundo hogar y donde entregó lo mejor de su vida profesional. Aquí formó una familia y tuvo la oportunidad de convivir con la comunidad durante tres décadas y media.


José María Sanjuán Piñol nació el 7 de diciembre de 1927 en Mora La Nova, municipio situado en las riberas del río Ebro, provincia de Tarragona, al sur de Cataluña, España. Fue hijo del Ingeniero de Minas Juan Sanjuán Perpiñá y de doña Teresa Piñol Peris, quienes también procrearon a su hermana mayor Mercedes, a Jorge, quien es un reconocido ingeniero de Caminos y Puertos en su país, y a Joan Sanjuán, hermano gemelo de José María, quien estudió leyes.


En 1936 su familia, que gozaba de buena posición socioeconómica, vivió las consecuencias de la guerra civil española. El ejército republicano estableció una base de operación en su pueblo natal y en esta región se libró la mayor batalla del conflicto en 1938 (Batalla de Ebro). Muchas familias de toda España sufrieron las secuelas nefastas de la violencia y devastación que acarreó dicha conflagración, en particular las de dicha región de Cataluña. En esa época su hermano Jorge, siendo al igual que sus hermanos un niño, casi pierde la vida a raíz de una seria infección sufrida en una pierna. Solamente por su fortaleza física, los atentos cuidados de su madre y las largas filas que debían hacer sus hermanos para buscar algo de comida, logró sobrevivir de esa grave enfermedad en precarias condiciones.


Doña Teresa Piñol reconoció en José María, desde que era un infante, una particular sensibilidad hacia el sufrimiento humano y una gran nobleza de corazón para ayudar a las personas menos favorecidas que le rodeaban, así como el afecto que mostraba por los animales, a los que pasaba horas observando.


Cuando la guerra civil finalizó, en 1939, sus padres adquirieron una mina de carbón en Mequinenza, Zaragoza, lo cual les permitió recuperar su calidad de vida y les facilitó la oportunidad de adquirir una buena vivienda, otras propiedades y bienes, además de poder brindar el estudio a sus hijos, que siempre se distinguieron por ser jóvenes inteligentes y estudiosos. Además, todos ellos fueron buenos deportistas y también mostraron dominio en las artes plásticas (dibujo y pintura), el piano, la lectura y el aprendizaje de idiomas.


José María Sanjuán cursó los estudios secundarios en Zaragoza y realizó los universitarios en La Facultad de Medicina de Barcelona, siempre con calificaciones sobresalientes. Realizó estudios de post grado en Francia y en el Hospital Clínico de Barcelona, donde fue profesor adjunto de la Cátedra de Cirugía del Dr. Piulachs; además fue miembro de la Academia de Ciencias Médicas de Barcelona. Su biografía aparece en la edición del año 1958 de dicha Academia, donde se citan los médicos más destacados de Iberoamérica y el resto del mundo. Fue autor de varios trabajos clínicos y científicos de investigación.


EN SAN RAMÓN
En el año 1958, el doctor Sanjuán decide viajar a Centroamérica para visitar a unos alumnos suyos, costarricenses, que estudiaron en España, como fueron el Dr. Omar Rodríguez Umaña (psiquiatra) y el Dr. Roberto Galva (cirujano de tórax), entre otros. Cuando fue por vez primera a encontrarse con uno de ellos en el hospital de San Ramón, quedó extasiado al mirar el instrumental quirúrgico que tenía un hospital rural de un país tan pequeño como Costa Rica, el cual prácticamente no se estaba utilizando ya que casi todo lo referían a los hospitales de San José. Dicho instrumental no estaba disponible aun en su país de origen; incluso alguno solo lo había visto en las revistas médicas que allá se consultaban para mantenerse actualizados. Esto se debía al aislamiento sufrido por España después de la guerra civil y su apoyo a los países perdedores de la Segunda Guerra Mundial, lo cual le redujo la ayuda económica internacional para su reconstrucción.


Sanjuán decidió entonces radicarse en San Ramón y así poder dar uso a todo ese arsenal terapéutico. De este modo empezaron a realizarse en nuestro hospital las cirugías en la rama de Ortopedia y Traumatología, que era su especialidad, aunque también poseía vasta experiencia en procedimientos quirúrgicos de toda índole en el ámbito de la medicina.
Conoció y contrajo matrimonio en 1961 con Luz Marina González Jiménez, abnegada maestra y compañera por el resto de su vida, quien laboró en la Escuela Jorge Washington hasta su jubilación. Con ella procreó dos hijas, Teresa, maestra de Educación Preescolar y Juanita Sanjuán González, que también es médico, especialista en Medicina Interna y es madre del joven José Alfredo Messino Sanjuán.


LABOR PROFESIONAL
Don José María trabajó durante varios años en el hospital de San Ramón y también en su consultorio privado, donde ejerció su profesión con gran calidad humana y amplios conocimientos médico científicos, que le permitieron servir a sus pacientes quienes venían a buscarlo desde todas partes del país.


Para poder incorporarse como médico a la Caja del Seguro Social, tuvo que trabajar un año en el hospital de Liberia donde casi muere debido a una peritonitis causada por la complicación de una apendicitis aguda. Al sentirse debilitado en su condición física después de este episodio y por la adquisición de diabetes y una insuficiencia cardiaca, abandonó la cirugía y se dedicó a la consulta médica externa, la que brindó en la Clínica del Seguro Social de Palmares y en su consultorio privado en el centro de la ciudad de San Ramón, donde laboró hasta el final de sus días.
Son muchas las personas de San Ramón y otros lugares que pueden dar fe de cómo la sapiencia de este insigne médico les libró a ellos o sus parientes de una enfermedad, trauma o de la propia muerte.


FUERZA FÍSICA, HUMILDAD Y GENEROSIDAD
Una de las principales características con que se relaciona al doctor Sanjuán es su descomunal fuerza física. Son múltiples las anécdotas que cuentan varias de las personas que le conocieron y le recuerdan con cariño. De ellas, un visitador médico, hoy farmacéutico, relata que un día solicitó al doctor una gata hidráulica para cambiar una llanta desinflada de su carro y como no tenía una en ese momento, lo que hizo fue levantar el vehículo con las manos para que su dueño pudiera hacer el cambio. En otra ocasión, en el bar y restaurante de Rafael Ángel (Pipo) Barrantes, situado a la entrada de San Ramón, los ocupantes de un autobús, aficionados de fútbol de Alajuela, causaron desórdenes e iban a agredir al dueño del local por llamarles la atención. Al darse cuenta el doctor Sanjuán, quien allí se hallaba, se enfrentó solo a la turba entera hasta hacerlos huir del lugar.


En La Paz, distrito de Piedades Norte de San Ramón, el doctor tuvo una finca dedicada a la cría de cerdos, en la época que no había luz eléctrica en el lugar. Ya que por ahí pasaba un caudaloso río, aprovechó sus conocimientos y la ayuda de su amigo Bolívar Ruiz para colocar una bomba Pelton que generara energía eléctrica; de esta manera se beneficiaron muchos pobladores del lugar. A menudo brindaba ayuda a personas necesitadas de recursos y atención médica gratuita; para ello sacrificó en muchas ocasiones su bienestar personal.


Sanjuán Piñol fue un hombre inteligente, trabajador y generoso. La sencillez en su forma de vestir revelaba su autenticidad como ser humano; poseía un fuerte carácter pero a la vez nobles sentimientos, que le mantuvieron siempre fiel al compromiso de servicio y entrega desprendida de ayuda a los demás. Además de médico insigne, supo dedicarse en la medida de las posibilidades a su familia, que siempre consideró una prioridad.


Una de las principales virtudes que caracterizó al doctor Sanjuán fue su genuina humildad, la cual le permitió vivir sin sujeción a las apariencias, de manera congruente con sus pensamientos, sentimientos y acciones. Así, a pesar de su amplia cultura y conocimientos no se consideraba superior a nadie; siempre trató con respeto y afecto sincero a todas las personas, sin hacer diferencia alguna de su procedencia o condición socioeconómica. Su carisma le ganó el afecto y admiración de muchas personas, en especial de los ramonenses y de los cantones circunvecinos.


A causa de sus dolencias, este ilustre médico falleció en el hospital México el 4 de abril de 1993, a los 66 años de edad; sus restos reposan en el cementerio de la ciudad de San Ramón. Hemos consignado estas breves notas como homenaje póstumo al doctor José María Sanjuán Piñol, en el año en que, de haber permanecido entre nosotros, estaría cumpliendo sus ochenta años de edad. Agradecemos a su hija Juanita Mercedes, el habernos facilitado la información necesaria y la fotografía que acompaña este artículo.

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